11.8.07

saber cómo se siente

Apretás el puño como si quisieras desarticularte la mano. Y pasa algo: lo mirás desde la altura de tus ojos y entonces tu puño no parece más tuyo. Sentís que tu piel no es tu piel y que la fuerza que hacés para apretar ese puño, que te sale de lo más alto del estómago, entre el corazón y el alma, es demasiada para tu cuerpo; y pasa a no ser más tuya. Te ves desde afuera, te vas de vos y te reconocés, sentada en el medio de una vorágine hecha de imágenes que no son nada, que son tan ajenas a tu puño y a vos misma que te enajenan de tu propia piel, y vos sos otra. Y ves cómo más allá todo es igual y no entendés. No entendés cómo todo puede seguir igual y vos ahí, detenida en el viento de las cosas, detenida en tiempo y espacio, entre una lágrima que tarda para siempre en caerse sobre tu puño (o cualquier puño) y mil lágrimas más, que le siguen.
Todo te lastima. La indiferencia del aire te lastima los poros. Porque todo sigue y vos ahí. Y después viene el miedo. No es un miedo común, porque lo peor ya pasó; es un miedo que te deja el pecho (cualquier pecho) detenido en una inspiración gigante...y podés seguir respirando, sacándote todo el aire que pueda salir, pero tu pecho sigue hinchado y lleno de un aire-vacío que te imprime una sensación de ahogo por más que respires. Es un miedo poco egoísta, porque salvo vos, que estás ahí, todo lo demás es de miedo. El pasado pasó y te da miedo, pero se viene un futuro que es tan incierto que te congela. Por eso estás ahí, en verdad; por eso estás detenida en un limbo extraño y te podés ver desde afuera como quien no quiere la cosa. La rabia que te da que todo lo demás siga es inefable. Y la fuerza del puño se va del puño a los dientes, y de los dientes al cerebro, ida y vuelta al puño, cruzando el pecho que se hinchó y no vuelve, y haciendo estación en las piernas que no se pueden mover, y en la panza, muy abajo, donde daría lo mismo que te estuvieran arrancando las tripas de a poco, total.
Te sentís infinita, como que todo lo que pasa está en tu cuerpo y es tan grande que tu contorno no lo soporta y late como una masa iracunda por debajo de tu piel, hasta que se escapa hacia fuera y entonces no sos nada. Sos una diminuta partícula de algo que se desvanece y que no vuelve jamás a ser lo que era. Nada para vos vuelve a ser como era, porque debajo del sol el color de las cosas que te rodean en ese espiral vertiginoso se presenta indisoluble, indescifrable, como un juego tramposo al iris de tu ojo que se esfuerza en buscar lo conocido en algo que no existe más.
No. Nada para vos vuelve a ser como antes. Ni los colores, ni el pasado, ni el futuro, ni el miedo (porque una vez que este miedo viene, no se reemplaza; es un miedo tan presente que se vuelve parte de tu estar y ya no es miedo sino parte de los líquidos de tu cuerpo, que ya no esperan ni amenazan, sino nadan por tu adentro no dejándote sentir mucho más). Nada es conocido, ni tu piel, ni tu pecho, ni tu puño, ni vos misma, sentada ahí, viéndote de lejos y con miedo a no ser vos; a saberte otra para siempre. Lo sabés. Todo es otro.
Y apretás el puño tan fuerte como te lo permite tu fuerza, y la fuerza de mil personas más que aprietan tu puño al lado tuyo, como diciéndote que ese puño es parte del nudo que dejás en el alma de todos, ahí sola y quieta, detenida entre un puño y un ensueño que te come la cabeza.





yo recuerdo que era algo así
hace mucho tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

si eso lo escribiste vos, le pifiaste fiero a la carrera,
me entretuvo muuuuuucho leerlo, y esoq ue estoy mmuuuuuyyy ebrioi


pd: mno contestaste mi mensaje hoy... muy mala onda de tu parte gigi! :P


hablamos


bechos

Rocío Azarloza dijo...

gisela.
siempre encontras las palabras oportunas.
y en esa multitud de imagenes que esta vez eran ajenas y no propias te pude ver en un claro y no fui una sola sino que fui una con vos.

cuando yo te obligue a sacar un libro con tus escritos quiero que me lo dediques.
te amo g

Maru dijo...

envidio tu facilidad para transmitir ciertas cosas

te amo topo gigio.

maru(mu)